¿Quién no ha dicho esto alguna vez cuando hay mucha gente alborotando? Bueno, nos referimos a los nacidos antes de 1970, de ahí en adelante nos imaginamos que ya no lo habrá dicho nadie. Pues el origen de esta expresión lo tenemos bien cerca, y nada tiene que ver con ninguna guerra ni con ninguna Helena. La cosa es más sencilla, hace referencia a la más famosa pensión estudiantil de Compostela, la Casa de la Troya, llamada así por estar en la calle de la Troya, vamos, que no se complicaron. Y siendo pensión estudantil está claro que la casa tranquila no sería.
Famosa por la novela del madrileño Pérez Lugín del mismo nombre, fue restaurada y convertida en museo romántico en 1993. Evoca una pensión de estudiantes de finales del siglo XIX, en la que han cuidado hasta el último detalle.
Llega un momento en el que Santiago satura con tanto monumento religioso, y la Casa de la Troya pues es eso, una casa, con su mobiliario de época, fotografías, útiles de cocina…, hasta un paraguas con ballenas de las de antes (en caso de reparto, avisamos que las cortinas ya las tenemos pedidas). Desde la antigua cuadra con su singular escalera, hasta la cocina con sus espectaculares vistas de la Catedral, el museo no tiene desperdicio.
Pero lo mejor sin ninguna duda es, en términos actuales, su capital humano. Sandra Fuentes y Carmen Lorenzo, guías de la casa. Sin ellas no sería lo mismo, le ponen tal pasión a sus explicaciones, que consiguen meter al visitante en la historia. Vamos, que los que han leído el libro, salen emocionados, y los que no, salen corriendo a comprarlo. Son las anfitrionas perfectas. Amables, alegres, conocedoras de «su» casa al dedillo, y con punto de retranca que nos encanta.
La pena es que ya han cerrado y hasta Semana Santa no vuelven a abrir. Pero esto nos recuerda una visita que hemos hecho este año muy especial al Pazo do Faramello. Tenemos que reconocer que este año tuvimos la suerte de conocer lugares increíbles, pazos, islas, jardines, bodegas antiquísimas… Pero un lugar que nos ha encantado ha sido este pazo. Y aquí el factor humano vuelve a estar presente porque estos lugares requieren una visita subjetiva, alguien que además de datos transmita sensaciones, que viva y nos haga vivir el lugar. Y quién mejor que Gonzalo Rivero de Aguilar, su propietario, para ello.
Con él hemos recorrido este lugar tan especial nacido a partir de la Real Fábrica de Papel do Faramello. Y es que ahí está la diferencia, en su origen industrial. Obviamente no falta la capilla, que nos sorprende con un retablo del escultor José Gambino, nacido en el pazo y con unas preciosas escaleras. Pero también quedan restos de las dependencias de la fábrica como los viejos molinos, y sobre ellos, un jardín decimonónico.Y cuando decimos sobre ellos queremos decir justo encima, otra curiosidad del Faramello. Y todo ello en un entorno natural excepcional que te deja con la boca abierta a cada paso. Pero hay algo que Gonzalo repite: «nunca ha sido un pazo cerrado, siempre ha interactuado con la aldea». Siguiendo este espíritu, lo ha abierto al público para que todos lo podamos disfrutar, además, quiere recuperar el Camino de Santiago que pasa por la finca y que poco tiene que ver con la carretera por la que transitan hoy los peregrinos. Seguro que éstos se lo agradecerán, el trueque de coches por una fraga centenaria desde luego es ventajoso.
A estas alturas ya nos estaremos preguntando qué tiene que ver el Faramello con la Casa de la Troya. Pues mucho, y es que es uno de los lugares donde se desarrolla la famosa novela. Y Gonzalo, que ya hemos comprobado, es un torrente de ideas, nos ha hablado de hacer una ruta Troyana (él ya ha empezado a moverse). As Mariñas, Santiago, el Pazo do Faramello… desde luego no pinta nada mal. Por eso nos hemos acordado cuando nos despedíamos en la Troya. Esperamos que la idea germine y el museo pueda abrir todo el año.
Hemos tardado un poco en retomar el blog, pero hoy esperamos haber conseguido tres cosas: que visitéis la Casa de la Troya cuando abra, que vayáis al Pazo do Faramello (cualquier momento es bueno, en la web tenéis contacto para reservar), y quizás la más difícil, que os animéis a leer la novela de Pérez Lugín. Si esto último os da pereza, os dejamos un resumen de la última película sobre ella a ver si es el empujoncito que falta. Además de un recorrido por la Compostela de hace unos años, veréis a un irreconocible Arturo Fernández (bueno, irreconocible está ahora…), a un jovencísimo Pepe Rubio y a un entrañable José Isbert. Y como Carmiña, Ana Esmeralda.