Hemos comenzado el año trabajando lo cual no está nada mal, y si además es en compañía de gente tan encantadora como todo el personal del Grupo Insua en Cee pues mejor aún.
Pero ya sabemos que en la vida no todo es perfecto. Y es que también hemos comenzado con clásico, visita a un museo con algunos carteles sólo en gallego. Se mascaba la tragedia….
Pero hoy no estamos aquí para tratar sobre la política lingüística (y no os que no nos importe), ni para opinar sobre cómo debe ser la información facilitada al visitante, no señor, estamos aquí para REIVINDICAR nuestra profesión. ¡¡¡Queremos ser más valorados que un cartel!!!
GUÍAS TURÍSTICOS Vs CARTELES
Obviamente no es la primera vez que nos pasa y la verdad es que resulta un poco frustrante. Está claro que razón no les falta y que la información debe de ser lo más accesible para todo el mundo, no sólo nos referimos a idiomas, sino que también pueda llegar a personas con discapacidad visual o auditiva.
¿Y por qué nuestra frustración?
Pues porque una visita guiada sirve para facilitar las cosas. Para no tener que leer esos textos que muchas veces son infumables, para responder a las dudas que surjan, para destacar los elementos más interesantes de la visita… Y claro, después de desgañitarte explicando, intentando hacer la visita lo más amena posible, que algunos (pocos afortunadamente) sólo hayan sacado en claro al final que los carteles están en gallego, pues escuece un poco en el amor propio. Y nos preguntamos:
¿Por qué en vez de escuchar al guía, que es lo más sencillo, se empeñan en leer unos carteles que no entienden para después protestar porque no los entienden???? No lo entendemos 🙂
Y la cosa no ha quedado ahí, porque los mismos que pusieron el grito en el cielo porque los carteles estaban en gallego (que ya todos sabemos que es lo más parecido al chino mandarín), hablaban con naturalidad de un nuevo «afterwork» muy «cool» que habían abierto en…, donde sea. Y ahí nos han dado donde nos duele, porque lo del afterwork nos pone de los pelos. Ya hemos aceptado, showcooking, coaching, casual, showroom, feedback, fashion, lifestyle y hasta versus (vs) en su nuevo significado, pero por lo de afterwork no pasamos.
Se trata de ir a tomar algo después del trabajo como su propio nombre indica y según los gurús de la moda es algo importado del mundo anglosajón. Y sueltan eso y se quedan tan anchos. Pero vamos a ver, ¿eso no es la hora del vermú de toda la vida, o del aperitivo, o de los vinos, o de las cañas, o de las tazas, o de lo que se tercie?
Pues lo sentimos por el mundo anglosajón pero aún están a leguas de igualarnos, porque nuestros horarios de trabajo y comidas serán perjudiciales para el organismo, pero son ideales para la vida social, por lo que tenemos aperitivo de mañana y de tarde.
Un local afterwork al uso debe ser glamuroso y tirando a carillo, por eso after work, y es que si no tienes trabajo probablemente no te lo puedas permitir. Aquí nos sirve un local con glamour, una vinoteca, el bar del barrio o una tasca sin pretensiones. Pero es que son after work y after no work, y es que los que no tienen trabajo, que son muchos, también tienen derecho a la vida.
En un afterwork tienen combinados, champagne, carta de aguas, de vinos, de cervezas… Claro, aquí ya patinamos un poco con el tema de los combinados, a no ser que la ginebra que le pone al vermú el Sr. Manuel lo convierta en uno, pero en cuanto a vinos y a cervezas lo sentimos pero no nos van a enseñar nada. Ni en calidad ni en variedad, y mucho menos en la forma del acompañamiento. Y es que un combinado estará muy bueno, pero no lo acabamos de ver con una ración de pulpo.