Mayo fue un no parar. Recorrimos Galicia de punta a cabo reencontrándonos con lugares y viej@s amig@s. Pero quedamos horrorizados en dos lugares: San Andrés de Teixido y Fisterra. ¿Pero cómo se puede permitir aquello?
Y en este caso no estamos hablando de feísmo o canibalismo urbanístico ( y no porque no haya claro, ya sólo Fisterra es un poema), hablamos de estas pseudotradiciones de llenar todo de plástico y basuras varias.
En el Puente de Mayo tuvimos varios grupos con visita a Costa da Morte. Tiempo maravilloso, gente fantástica, uno de los grupos hospedado en el Hotel Insua de Cee donde el servicio y el trato no es 10, es 11…¿qué más se podía pedir? Esas veces que disfrutas trabajando tanto como el cliente.
Pasamos y paseamos por el Castillo de Vimianzo, Cabo Vilán (aquí también vamos a obviar la piscifactoría 🙁 y nos quedamos con el interesante museo que han abierto en la casa del farero), Camariñas y para finalmente llegar a Fisterra.
Hasta aquí todo perfecto. Pero mira tú que se nos ocurre bajar por detrás del faro para admirar el paisaje y disfrutar de este paraje natural. ¿ Y qué nos encontramos? Pues restos de pequeñas (y no tan pequeñas) hogueras, jirones de ropa chamuscados prendidos en cualquier lado, zapatos quemados o sin quemar, papeles, fotos, candados… Vamos, una guarrería.
El Camino está de moda, y el de Fisterra no es una excepción, los peregrinos pululan por el pueblo dando una alegría que es de agradecer. Lo que ya no es de agradecer, es que cuando terminan su ruta se dediquen a hacer fuego en el monte para quemar la ropa del camino, las zapatillas, un papel, o cualquier cosa que se les pase por la cabeza. Dicen que es una tradición, y no vamos a ser nosotros los que digamos que no, aunque cierto es que hasta estos últimos años nunca vimos semejante cosa. A lo mejor es que tenemos que remontarnos a otras épocas, cuando los peregrinos venían vestidos con tejidos naturales y sandalias de cuero o esparto. Pero el problema es que ahora vienen con tejidos y calzado sintéticos de materiales altamente inflamables. ¿Será que no nos llegan los incendios que hemos tenido? No es la primera vez que alguno de esos fuegos se les va de las manos.
Nos cuesta mucho comprender que alguien que ha venido haciendo el camino, desde luego la más ecológica forma de viajar, en comunión con la naturaleza, disfrutando de los paisajes… llegue aquí y sea capaz de semejante desaguisado. Pero no queremos demonizar al peregrino, si nos ponemos en su pellejo también entendemos que en la emoción que les supone terminar su viaje te vas dejando llevar por esta marea de rituales sin ningún ánimo de hacer mal. Un poco eso de donde va Vicente…
Pero lo que más nos cuesta comprender es que no se hayan tomado medidas la respecto. ¿No podemos hacer un churrasco y podemos quemar unas botas? ¿De verdad a esto le podemos llamar Red Natura o decir que es el único lugar de Galicia con el Sello de Patrimonio Europeo sin sonrojarnos?
Pero la cosa no quedó aquí porque otro día fuimos a San Andrés de Teixido, lugar bonito donde los haya. Y ahí de nuevo el horror. Hace unos años, no muchos según cuentan los vecinos, los visitantes comienzan otra tradición. Mojar un pañuelo en la fuente y colgarlo en algún árbol. Aunque sí es tradición en otros lugares los vecinos afirman que no lo era en San Andrés. Y así se empieza a llenar todos los árboles de pañuelos de tela o de papel (aquí ya depende de la economía). Ahí sí toman medidas, colocan un cartel informativo y parece que surte efecto, el entorno de la fuente queda limpio. Y hasta ahí llegamos y nos alegramos por el cambio. Pero entonces tuvimos otra ocurrencia, caminar un poco más hacia el mar. Y en el medio de un prado, nos encontramos con un cierre metálico lleno de cientos y cientos de trozos de bolsas plásticas. No pañuelos, plásticos atados al cable. ¿La imagen típica de un basurero que tenemos con los trozos de plástico al viento? Pues esa. Otro cartel, pero esta vez por desgracia no dio resultado. Aquí podéis ver un reportaje sobre esto con una foto.
Por eso pedimos A QUIEN CORRESPONDA, que se tomen las medidas necesarias para recuperar estos lugares. No creemos que sea muy difícil, no hay que derribar nada, ni expropiar, sólo informar y concienciar. Estamos seguros de que todos los peregrinos que van a estos dos lugares simplemente se dejan llevar por las modas, tradiciones o como les queramos llamar. Pero también estamos seguros de que si les hacemos ver el daño que se produce, serían los primeros en estar dispuestos a colaborar en su conservación.
Esta vez no vamos a poner fotos de lo que vimos, vamos a poner fotos de lo que queremos ver.