Después de haber conocido las dos posibilidades, está claro, nos decantamos por la primera opción.
Hace unos días publicamos la foto de uno de nuestros lugares preferidos, la isla de Sálvora en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas. Concretamente la imagen de la capilla de Sta Catalina. Y es que al llegar a la isla, la estampa que te encuentras es la de la espectacular playa del Almacén, las torres almenadas del Pazo de los Otero-Goyanes, la famosa sirena y la capilla del «pazo».
Pero a poco que escarbemos en la historia, resulta que el «pazo» fue una salazón, la capilla la taberna del poblado, la sirena lleva allí dos días (la estatua claro, la auténtica vive en el fondo de la ría, faltaría más…) y solo la playa sigue siendo playa.
Pero vamos al asunto principal, la taberna.
Los últimos propietarios resultaron ser un tanto caprichosillos. El señor marqués tuvo la ocurrencia de traer toda clase de animalitos para hacer de la isla un coto de caza, ciervos, conejos…. Hoy también hay visones, grandes depredadores, pero esto no es culpa de los marqueses que sólo los llevaban de abrigo, los visones llegaron nadando. Y si el marqués trajo fauna, la marquesa trajo flora. Amante de las plantas sus preferidas eran esas que se multiplican con alegría. Hoy la recuerdan con cariño mientras intentan erradicar con esfuerzo la «uña de gato» o las «calas».
Bueno, todo esto no estuvo muy bien, pero…¿CONVERTIR LA TABERNA EN CAPILLA??? Vamos, eso no se le ocurre ni al que asaba la manteca. Y es que aunque ya no tuviese «parroquianos», nunca mejor dicho en este caso, la taberna en Sálvora era algo más, una joya etnográfica. El nexo de unión de los isleños con tierra firme, con el mundo.. Donde intercambiaban noticias, pesares y alegrías.
Pero para compensar la afrenta, en la otra punta del mapa llegó el desagravio. Otro de nuestros lugares preferidos, Ribadavia. La agencia Entretempos, dentro del programa «Tempo de vendima» ha ofrecido varias rutas a cada cual mejor. Ya en tiempo de descuento hemos podido hacer la ruta Viñobús más Túnel del Vino. Primero una ruta preciosa recorriendo parte de la comarca acompañados por nuestro compañero Eduardo del Río. En ella nos ha contado la historia del vino, en especial del Ribeiro, y su repercusión en la zona. Nos llevó también al futuro Museo del Vino, futuro porque aún no está abierto al público a pesar de estar más que terminado. Esperemos que abra lo antes posible porque es espectacular.
Y si Eduardo nos enseñó la teoría, después pasamos a la práctica. El colofón del viaje, «el Túnel del Vino». Aunque por el nombre podamos pensar en algo parecido a la foto del museo, nada que ver. Y es que el túnel, como no podía ser de otra forma, ES UNA IGLESIA CONVERTIDA EN TABERNA 🙂
Concretamente la Iglesia de la Magdalena en el casco histórico de Ribadavia. No siempre es una taberna claro, pero estos días ha sido algo parecido. Nos han dejado «sueltos» con unos 18 vinos para probar (no recordamos cuántos la verdad…) de las mejores bodegas del Ribeiro. Nos servíamos nosotros al gusto y sin tasa, y para hacer «cama» unos pinchos preparados en el Gastro Bar O Birrán. Riquísimos y abundantes. Se supone que la ruta con el túnel duraba dos horas. No sé cuánto estuvimos pero desde luego mucho más. Pero nadie nos apuró en ningún momento, un trato excepcional por parte de todos. Desde luego tuvieron una paciencia infinita. Así que ya veis que hablamos con conocimiento de causa, siempre mejor: «iglesias que son tabernas».
Ahí queda el testimonio gráfico.